Facebook y el problema de la privacidad
No todo es culpa de Mark Zuckerberg
Cuando nació Facebook en 2005, bien pronto se colocó entre las preferencias de millones de usuarios dispuestos a ofrecer e intercambiar información sobre la propia vida a sus amigos y conocidos.
Pero la apuesta enseguida sugirió dilemas sobre la conveniencia de que ese material estuviera también disponible para ‘los amigos de los amigos’ y terminara en manos equivocadas. La inquietud se agravó todavía más en virtud de que esa información personal supuestamente protegida quedó al descubierto en buscadores comerciales como Google.
Periódicos como The Wall Street Journal revelaron también que la famosa red social fundada por el joven estudiante de psicología de la Universidad de Harvard Mark Zuckerberg estaba sublicenciando los datos de sus usuarios a terceros, concretamente a anunciantes.
En diciembre de 2009 Facebook emprendió algunas modificaciones de cara a garantizar la privacidad de los datos de sus usuarios, quienes podrían elegir libremente con quién compartir información. De ahí nacieron las 50 diferentes configuraciones y las 170 opciones para decidir con quién y cómo compartirla, con la confusión que eso implicó.
Voces en contra
En abril de 2010, una aplicación de la red social invitaba a compartir los gustos de los usuarios en páginas públicas. De hecho se ejecutó, a pesar de que la persona no hubiera aceptado. Fue entonces cuando algunos gobiernos y asociaciones de usuarios de Internet alzaron la voz.
A mediados de mayo de 2010, Facebook anunció la reconsideración de las políticas de privacidad y el 25 de mayo del mismo año se hacían oficiales cuáles serían esas políticas (se hicieron públicas en el blog oficial de Facebook:
http://blog.facebook.com/blog.php?post=391922327130).
¿Cuáles son los cambios? Tres, esencialmente: “Un mando único para el contenido, controles más potentes para tu información básica y un control fácil para apagar todas las aplicaciones”.
Quizá quedaban mejor explicados y analizados en el blog Contando Estrellas (http://www.outono.net/elentir/):
“Los cambios más escandalosos han sido los relativos a la sección “Amigos, etiquetas y conexiones” dentro de la Configuración de Privacidad”.
“Estos últimos días Facebook ha obligado a cambiar el viejo modelo de relación de gustos personales a los que aún nos resistíamos a adoptar el nuevo. Los cambios me han animado a revisar qué información ha hecho pública Facebook de mi perfil sin previo aviso. Mi sorpresa ha sido encontrarme con que Facebook ha abierto a todo el mundo los datos sobre ciudad de origen y residencia, formación y empleo, actividades, intereses y gustos. Millones de personas que habían decidido mantener cierto grado de privacidad sobre una parte o la totalidad de esos datos los tienen ahora expuestos al público sin saberlo”.
“Os aconsejo a todos pulsar aquí y revisar la configuración de privacidad de vuestras cuentas en Facebook, es muy posible que os llevéis más de una sorpresa. Os recuerdo, además, que desde el cambio de privacidad implementado en diciembre, Facebook publica la foto de perfil de sus usuarios aunque antes de ese cambio éstos hubiesen indicado que deseaban mantenerla en privado. Personalmente me quedo perplejo ante la tremenda ligereza que demuestra Facebook en lo relativo a la intimidad de sus usuarios y a la libertad de éstos para decidir qué relaciones quieren establecer en esa red. El pasado sábado Zuckerberg aseguraba que “los usuarios de Facebook no quieren una privacidad absoluta”, una declaración sorprendente teniendo en cuenta que esa red social ya tiene unos 400 millones de usuarios. ¿Ha hecho Zuckerberg una encuesta global entre todos ellos o ha decidido erigirse por su cuenta y riesgo en nuestro portavoz sin habernos consultado antes qué es lo que queremos?”.
Es evidente que Facebook no es una obra de caridad católica o una Organización No Gubernamental de carácter filantrópico. Precisa de ganancias para seguir funcionando y las ganancias dependen, en buena medida, de los datos que los usuarios libremente cargan.
El problema de la privacidad, que ya ha tenido tristes consecuencias, incluso se ha cobrado vidas por concepto de secuestros, o robos de contraseñas –por ejemplo–, es una responsabilidad compartida entre la organización que da el servicio y el usuario que sabe a qué se compromete y qué carga en la red.
Después de todo, nadie obliga a que alguien suba determinada información y las políticas de privacidad son visibles y a ellas se compromete sin coerción quien usa el servicio cuando acepta las condiciones de uso.
Cinco consejos prácticos
Y todo lo anterior, en cuanto responsabilidad compartida, invita precisamente a un uso maduro de esos medios. Fijándonos concretamente en el tema de la privacidad, a continuación cinco consejos prácticos que pueden ayudar a protegerse:
1. Autogobierno. Nosotros somos quienes controlamos el propio perfil, no el perfil quien nos controla a nosotros. El deseo de ser conocido no puede estar por encima de nuestra propia seguridad.
2. Respetar a los otros. Regla de oro: no hacer al otro lo que no me gustaría que me hicieran a mí.
3. Cambiar los datos de acceso. Si uso varias redes sociales, que no sea la misma clave que la del mail, que la de la tarjeta de crédito, el seguro médico, etc. Siempre una diferente. Así si roban una clave, robarán sólo esa clave.
4. Estar informados. Leer las letras pequeñas, saber a qué nos comprometemos, en dónde puede terminar nuestra información. No podemos quejarnos de lo que se nos avisó antes. Como dice el refrán: sobre aviso, no hay engaño.
5. Fijarse en los niveles de privacidad. Conocerlos y aplicarlos.
Como queda dicho, el problema de la privacidad no es sólo un problema de Facebook.
domingo, 31 de octubre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
Enseñar a pensar
La verdad suplantada por ideologías: el pensamiento por el sentimiento
No hace mucho tiempo, Juan Pablo II se dirigía a los jóvenes, en Francia, con las siguientes palabras: "¡Aprended a reflexionar más y más, aprended a pensar! Los estudios que hacéis deben ser un momento privilegiado de aprendizaje para la vida del espíritu ¡Desenmascarad los slogans, los falsos valores, los espejismos, los caminos sin salida!"
¿Acaso los humanos no estamos pensando siempre? El Papa parece indicar que no tanto como creemos. Pensar, ponderar, pondus. "Pensar" sugiere algo de peso: gravedad, consistencia, seriedad, solidez.
Lo más grave
¿Qué es lo más grave que sucede hoy en día? Recuerdo una lección del profesor Leonardo Polo, en la que aseguraba que lo más grave que hoy sucede es que no sucede el pensar. Y a la vuelta de seis lustros parece que el diagnóstico sobre la situación de nuestra sociedad sigue siendo el mismo: no se quiere pensar.
Julián Marías ha advertido que esta sociedad peca de omisión en el pensamiento. ¿Cuántos filósofos de finales del siglo XX - se pregunta-, serán estudiados en los manuales del siglo próximo?
Esta crisis, aunque parcial, se manifiesta también en los hábitos del ciudadano medio: pocos leen un artículo de periódico que desarrolle algún tema de pensamiento; esto es frecuente incluso entre personas que tienen enmarcado un título universitario.
La verdad suplantada por ideologías: el pensamiento por el sentimiento
El pensamiento acerca de la verdad de las cosas ha sido sustituido por ideologías que hacen agua apenas nacen. De otra parte, lo que parece interesar más en la actualidad es no el pensamiento sino lo que alguien ha llamado con humor y acierto, "sensamiento". Se presta mucha atención a lo que "se siente", si se siente mucho o se siente poco, si lo siento o si no lo siento. Es un modo de vivir sobre fundamentos inconsistentes e inestables; un modo de discurrir un tanto irracional, porque procede de vacíos del alma y se desarrolla en la epidermis de la existencia, o en los espacios etéreos de la ficción o del formalismo verbal y la logomaquia.
No se piensa en lo que hay y en lo que son en el fondo las cosas. No se piensa por ejemplo si esto o aquello es "medio" o "fin". Se renuncia a proseguir aquella tarea emprendida con tanto entusiasmo cuando éramos niños: averiguar hasta el último porqué de las cosas. ¿No es cierto -como escribió José María Albareda- que "hay algo en las cosas que las convierte en cautivadora estancia del pensar"? Sin embargo, lo que dijo San Anselmo, que "sólo unos pocos piensan en la verdad de las cosas", parece ser una constante histórica.
Quizá suceda porque debemos "aprender a pensar" y no se enseña suficientemente, cuando ambas cosas constituyen un importante deber. En frase de Alejandro LLano, "pensar, enseñar a pensar, aprender a pensar, es la triple obligación de la inteligencia". Se trata sin duda de una obligación estrictamente moral, pues la razón es la facultad que Dios nos ha dado para descubrir el bien y regir toda nuestra conducta.
¿Por qué a menudo hay miedo a pensar, miedo a la luz y a la libertad del pensador auténtico? Quizá porque cualquier rayo de luz nos guía hacia el sol, y no siempre el hombre se encuentra dispuesto a interesarse por la fuente de la luz y de la vida que puede saciar su más profunda sed.
En que consiste pensar bien
"El pensar bien -dice Balmes, con acierto- consiste, o en conocer la verdad, o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas... "Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir, la realidad de las cosas. ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad?
"El buen pensador procura ver en los objetos todo lo que hay, pero no más de lo que hay. Ciertos hombres tienen talento para ver mucho en todo; pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay. Una noticia, una ocurrencia cualquiera, les suministran abundante materia para discurrir con profusión, formando, como suele decirse, castillos en el aire. Estos suelen ser grandes proyectistas y charlatanes.
"Otros adolecen del defecto contrario; ven bien, pero poco; el objeto no se les ofrece sino por un lado; si este desaparece, ya no ven nada. Estos se inclinan a ser sentenciosos y aferrados en sus temas. Se parecen a los que no han salido nunca de su país: fuera del horizonte a que están acostumbrados, se imaginan que no hay más mundo.
Un entendimiento claro, capaz y exacto, abarca el objeto entero; le mira por todos sus lados, en todas sus relaciones con lo que le rodea. La conversación y los escritos de esos hombres privilegiados se distinguen por su claridad, precisión y exactitud. En cada palabra encontráis una idea, y esta idea véis que corresponde a la realidad de las cosas. Os ilustran, os convencen, os dejan plenamente satisfechos; decís con entero entendimiento: "sí, es verdad, tiene razón". Para seguirlos en sus discursos no necesitáis esforzaros; parece que andáis por un camino llano, y que el que habla sólo se ocupa de haceros notar con oportunidad los objetos que encontráis a vuestro paso. Si explican una materia difícil y abstrusa, también os ahorran mucho tiempo y fatiga (...)
"Echase pues de ver que el arte de pensar bien no interesa solamente a los filósofos, sino también a las gentes más sencillas. El entendimiento es un don precioso que nos ha otorgado el Criador, es la luz que se nos ha dado para guiarnos en nuestras acciones; y claro es que uno de los primeros cuidados que debe ocupar al hombre es tener bien arreglada esta luz. Si ella falta nos quedamos a oscuras, andamos a tientas; y por este motivo es necesario no dejarla que se apague. No debemos tener el entendimiento en inacción con peligro de que se ponga obtuso y estúpido; y por otra parte, cuando nos proponemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz sea buena para que no nos deslumbre, bien dirigida para que no nos extravíe"
Es obvio que una de las más importantes facetas de la educación -si no la que más- es la del pensamiento, pues al intelecto toca regir la conducta humana toda, llevarla a buen fin, a buen puerto, al Fin final que da sentido a todo el existir
No hace mucho tiempo, Juan Pablo II se dirigía a los jóvenes, en Francia, con las siguientes palabras: "¡Aprended a reflexionar más y más, aprended a pensar! Los estudios que hacéis deben ser un momento privilegiado de aprendizaje para la vida del espíritu ¡Desenmascarad los slogans, los falsos valores, los espejismos, los caminos sin salida!"
¿Acaso los humanos no estamos pensando siempre? El Papa parece indicar que no tanto como creemos. Pensar, ponderar, pondus. "Pensar" sugiere algo de peso: gravedad, consistencia, seriedad, solidez.
Lo más grave
¿Qué es lo más grave que sucede hoy en día? Recuerdo una lección del profesor Leonardo Polo, en la que aseguraba que lo más grave que hoy sucede es que no sucede el pensar. Y a la vuelta de seis lustros parece que el diagnóstico sobre la situación de nuestra sociedad sigue siendo el mismo: no se quiere pensar.
Julián Marías ha advertido que esta sociedad peca de omisión en el pensamiento. ¿Cuántos filósofos de finales del siglo XX - se pregunta-, serán estudiados en los manuales del siglo próximo?
Esta crisis, aunque parcial, se manifiesta también en los hábitos del ciudadano medio: pocos leen un artículo de periódico que desarrolle algún tema de pensamiento; esto es frecuente incluso entre personas que tienen enmarcado un título universitario.
La verdad suplantada por ideologías: el pensamiento por el sentimiento
El pensamiento acerca de la verdad de las cosas ha sido sustituido por ideologías que hacen agua apenas nacen. De otra parte, lo que parece interesar más en la actualidad es no el pensamiento sino lo que alguien ha llamado con humor y acierto, "sensamiento". Se presta mucha atención a lo que "se siente", si se siente mucho o se siente poco, si lo siento o si no lo siento. Es un modo de vivir sobre fundamentos inconsistentes e inestables; un modo de discurrir un tanto irracional, porque procede de vacíos del alma y se desarrolla en la epidermis de la existencia, o en los espacios etéreos de la ficción o del formalismo verbal y la logomaquia.
No se piensa en lo que hay y en lo que son en el fondo las cosas. No se piensa por ejemplo si esto o aquello es "medio" o "fin". Se renuncia a proseguir aquella tarea emprendida con tanto entusiasmo cuando éramos niños: averiguar hasta el último porqué de las cosas. ¿No es cierto -como escribió José María Albareda- que "hay algo en las cosas que las convierte en cautivadora estancia del pensar"? Sin embargo, lo que dijo San Anselmo, que "sólo unos pocos piensan en la verdad de las cosas", parece ser una constante histórica.
Quizá suceda porque debemos "aprender a pensar" y no se enseña suficientemente, cuando ambas cosas constituyen un importante deber. En frase de Alejandro LLano, "pensar, enseñar a pensar, aprender a pensar, es la triple obligación de la inteligencia". Se trata sin duda de una obligación estrictamente moral, pues la razón es la facultad que Dios nos ha dado para descubrir el bien y regir toda nuestra conducta.
¿Por qué a menudo hay miedo a pensar, miedo a la luz y a la libertad del pensador auténtico? Quizá porque cualquier rayo de luz nos guía hacia el sol, y no siempre el hombre se encuentra dispuesto a interesarse por la fuente de la luz y de la vida que puede saciar su más profunda sed.
En que consiste pensar bien
"El pensar bien -dice Balmes, con acierto- consiste, o en conocer la verdad, o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas... "Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir, la realidad de las cosas. ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad?
"El buen pensador procura ver en los objetos todo lo que hay, pero no más de lo que hay. Ciertos hombres tienen talento para ver mucho en todo; pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay. Una noticia, una ocurrencia cualquiera, les suministran abundante materia para discurrir con profusión, formando, como suele decirse, castillos en el aire. Estos suelen ser grandes proyectistas y charlatanes.
"Otros adolecen del defecto contrario; ven bien, pero poco; el objeto no se les ofrece sino por un lado; si este desaparece, ya no ven nada. Estos se inclinan a ser sentenciosos y aferrados en sus temas. Se parecen a los que no han salido nunca de su país: fuera del horizonte a que están acostumbrados, se imaginan que no hay más mundo.
Un entendimiento claro, capaz y exacto, abarca el objeto entero; le mira por todos sus lados, en todas sus relaciones con lo que le rodea. La conversación y los escritos de esos hombres privilegiados se distinguen por su claridad, precisión y exactitud. En cada palabra encontráis una idea, y esta idea véis que corresponde a la realidad de las cosas. Os ilustran, os convencen, os dejan plenamente satisfechos; decís con entero entendimiento: "sí, es verdad, tiene razón". Para seguirlos en sus discursos no necesitáis esforzaros; parece que andáis por un camino llano, y que el que habla sólo se ocupa de haceros notar con oportunidad los objetos que encontráis a vuestro paso. Si explican una materia difícil y abstrusa, también os ahorran mucho tiempo y fatiga (...)
"Echase pues de ver que el arte de pensar bien no interesa solamente a los filósofos, sino también a las gentes más sencillas. El entendimiento es un don precioso que nos ha otorgado el Criador, es la luz que se nos ha dado para guiarnos en nuestras acciones; y claro es que uno de los primeros cuidados que debe ocupar al hombre es tener bien arreglada esta luz. Si ella falta nos quedamos a oscuras, andamos a tientas; y por este motivo es necesario no dejarla que se apague. No debemos tener el entendimiento en inacción con peligro de que se ponga obtuso y estúpido; y por otra parte, cuando nos proponemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz sea buena para que no nos deslumbre, bien dirigida para que no nos extravíe"
Es obvio que una de las más importantes facetas de la educación -si no la que más- es la del pensamiento, pues al intelecto toca regir la conducta humana toda, llevarla a buen fin, a buen puerto, al Fin final que da sentido a todo el existir
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